ARGENTINA Y YO.*

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2010. Buque Escuela Libertad en el Estrecho de Magallanes.
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No podemos negar que, aparte de las caricaturas referentes al modo de hablar, nos parecemos mucho a los argentinos. Creo que si alguna vez se da un real impulso a la integración, con una unión sudamericana al estilo europeo, tendríamos que comenzar con Argentina, Chile y Uruguay. Integrar a los demás en una segunda etapa. Pero son ideas mías, no más. Cuando llegue el momento, nadie me va a preguntar mi opinión. El hecho es que amo al pueblo argentino. Y este sentimiento no cambió ni un ápice cuando estuvimos por enfrentarnos en una guerra entre hermanos, a fines de los años 70.
Pero no siempre fue así. Cuando lo del teniente Merino, por ejemplo. Joven oficial de carabineros, cayó muerto por balas argentinas en un sector fronterizo en litigio. La indignación recorrió el país entero. Todo Chile se tiñó de verde, una ola bélica nos arrasó como un maremoto. Queríamos darles una lección a los argentinos, que aparte de ganarnos siempre en el fútbol, tenían un gobierno de gorilas asesinos, que invadía nuestros territorios, no dudando en matar a nuestros carabineros. Por lo menos así pensábamos los irreflexivos adolescentes de entonces.
Se suspendieron las clases, los universitarios nos tomamos la calle, nos unimos a los estudiantes secundarios y marchamos hacia el centro de Santiago. Las calles atestadas de gente, caía papel picado desde lo alto de los edificios sobre nuestras cabezas, mientras con los puños en alto aullábamos “¡Queremos carabinas, para ir a la Argentina!” Las masas se azuzaban frente a un edificio de altura en que estaba el consulado argentino, cuya ventana se identificaba por el mástil del que pendía la bandera albiceleste. Exigíamos entrar al edificio, destruirlo todo, sin comprender por qué las fuerzas especiales de carabineros nos lo impedían, si ellos eran los principales afectados por la prepotencia. Una mujer de un departamento inmediatamente superior logró derribar el mástil con un escobillón, mientras el pueblo vitoreaba a la heroína y caía sobre la bandera como chacales ante un conejo muerto, destrozándola y quemándola.
Esa tarde llegué a casa todavía encendido de fervor patriótico, relatándoles los acontecimientos a mis padres, quienes me observaban y escuchaban en silencio. Cuando concluyó mi discurso bélico, dejando claramente establecida mi aversión a todo lo transandino, mi madre me miró fijamente a los ojos y me dijo “¿se te olvida que tu abuela es argentina?”
Mis mejillas ya enrojecidas por la pasión de las ideas lo fueron aun más, pero de vergüenza, mientras balbuceba alguna estupidez sobre la diferencia entre los gobiernos y los pueblos.
Al aproximarse las fechas en que se celebra el bicentenario de su primeros gritos de libertad, al gran pueblo argentino, ¡salud!
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*Publicado en La Prensa Austral el 21 de mayo de 2010.
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Los pajaritos de hoy:
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2001.
Tordos (Curaeus curaeus) en las cercanías de la Laguna Sofía.
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A foto antiga:
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1943.
En Lagunillas: no conozco al primer señor de la izquierda.
A continuación: Nena Guevara, Quenita Gajardo, Beatriz Guevara, Nena Ossa y Augusto Vieira.
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La postal:
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Sin fecha conocida.
Toledo. Plaza de Zocodover y Alcázar.
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