CARTAGENA, LA DE CHILE.Cartagenas hay varias en el mundo.
Pero la nuestra, la que queda en el litoral frente a Santiago, es única.
Tras la Independencia, en la segunda década del siglo XIX, la cultura europeizante de la clase ilustrada se potencia con la integración en la sociedad chilena de ingleses, franceses, alemanes, imprimiendo el sello europeo en la característica arquitectura que identifica a los balnearios chilenos. En 1850 Cartagena se perfila como el balneario de Santiago, y la gente comenzó a comprar casas de veraneo. El tren llegaba hasta Leyda, y desde ahí se venían en carreta con bueyes. (Wikipedia)
De su antiguo esplendor no queda nada. Si se quiere disfrutar sin tener que soportar a los miles de veraneantes - tribus urbanas - que llegan de Santiago todos los años, hay que visitarla en invierno. Esos que van allí son mis padres.
Su magnífico mar, eso sí, no se lo quita nadie. Un domingo en Cartagena es ideal para disfrutar de su riquísima gastronomía de pescados y mariscos. ¡No se píerda el chupe de jaiba!
Sus antiguos paseos aún se mantienen. El municipio intenta conservarlo, afortunadamente. Por aquí vivió, y por los cerros está su tumba, el gran
Vicente Huidobro. Muchos artistas, como el inolvidable pintor y escritor
Adolfo Couve, buscaron en la lluviosa Cartagena de invierno su refugio para crear.
Este hotel alojó temporadas de veraneo de las más rancia burguesía.
Ese mar que tranquilo la baña suele dar sorpresas, como diciendo "¡No me molesten en invierno, que bastante tengo con que me ensucien en verano!"
Fotos 1988.
Cuernos del Paine # 21:
Foto 1987.
El pajarito de hoy: Un pato lile, o cormorán de patas coloradas
(Phalacrocorax gaimardi) surcando las quietas aguas invernales del Canal Beagle, frente a Puerto Williams.Foto 1988.